Ira en el tráfico y relaciones apresuradas
Estas manejando tu carro y de repente cambia a verde y detrás de ti se desencadena una ira sin sentido. El carro detrás de ti comienza a sonar su bocina, con tal intensidad como si pudiera mover tu carro con telequinesis al estilo de Darth Vader. ¿Y la pregunta es, en qué momento salgo de mi casa y estar manejando se convirtió en una carrera hacia mi destino?
Muchas veces vamos en la calle manejando a alta velocidad sin ningún motivo. Es como una gripe que se te pega de los demás, como una presión de grupo masiva. Tengo que manejar rápido porque los demás están manejando rápido. ¿Dónde dejamos el sentido común? Estar consciente que si voy muy rápido puedo ocasionar un accidente, me puedo hacer daño o le puedo ocasionar daño a otra persona. Es hasta cierto punto un pensamiento egoísta, tengo que llegar a mi destino lo antes posible sin tener en cuenta las consecuencias negativas de estar manejando a alta velocidad.
Exactamente lo que ocurre en las relaciones amorosas.
Hay que reconocer que vivimos en una sociedad donde queremos todo al instante y esperar no es una opción. Necesitamos satisfacer una necesidad imaginaria de inmediatez que hasta cierto punto no tiene ningún sentido.
No hay tiempo para conocer una persona. Esta sociedad tiene como prioridad trabajar largas horas ya que esto es sinónimo de “éxito”. No hay tiempo que perder, ese es el pensamiento cuando queremos conocer a una persona.
Conocer a una persona se ha convertido en algo mecánico como una transacción de compra y venta. Estoy buscando algo, veo las fotos, luego leo las especificaciones del producto, de ahí pasamos a un “like”. Con tan solo mirar un perfil por apenas unos minutos a través de cualquier red social, puedo obtener una respuesta inmediata que va a satisfacer mi curiosidad precoz.
Las personas quieren tener relaciones de la misma manera que salen a manejar su auto. Quieren llevar la relación a 60 mph en una zona escolar.